Tener problemas que afectan directamente al centro de nuestra existencia supone vivir en un estado de inquietud permanente. Es el caso del sobrendeudamiento, es decir, acumular deudas que ya no se pueden pagar con lo que se ingresa. Un problema fundamental, que mantiene a los que lo padecen en un estado de vida que ya no es vida. La situación se agrava cuando llega la noche, porque es inevitable que el deudor se lleve los problemas a la cama.

Intentando organizar mentalmente el día siguiente, para poder sincronizar el trabajo y las ocupaciones con los pagos. Le asaltan preguntas como ¿Habrán pagado el recibo del agua? ¿Qué le digo a mis padres si les llama un cobrador acosador? ¿Me aprobarán la nueva tarjeta de crédito que he pedido? ¿Me quedará para pagar el recibo del seguro del coche? ¿Cuándo empezarán a llegar las demandas? ¿Saco el dinero de tal banco para evitar que se lo lleve un embargo? ¿Cómo pago los libros del cole de mis hijos? y muchas más. Un estado de ansiedad y de depresión en el que ya no se puede uno centrar ni en su trabajo ni en los quehaceres de la vida.

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El problema de las deudas pasa a ser El Problema, lo Único, todo lo demás pasa a ser secundario.

Esto produce una insatisfacción vital que en el silencio y en la oscuridad de la noche se convierten en sensación de vacío, de ansiedad en estado puro. Lo peor es la insistencia para encontrar una solución a El Problema, sin conseguirlo. Se mezcla entonces la frustración, con el desconcierto y con el miedo al negro futuro. En la noche, dan ganas de llorar de gritar.

Si se tienen hijos, en muchas ocasiones, el deudor suele sentarse a los pies de la cama del pequeño y llorar desconsoladamente mirando su carita dormida, con la idea del futuro que les espera.
Si se es mayor, la desilusión, la desesperanza en el futuro por pensar «voy a pasar lo que me queda de vida torturado por El Problema».
En cualquier caso, está claro que las deudas no son solo números, son todo lo que he hablado en este post y mucho más. Y en la noche, las deudas, despliegan toda su capacidad destructiva.

Al no poder descansar por la noche, el cansancio se arrastra durante todo el día, de este modo, El Problema se hace mucho mayor porque no quedan fuerzas ni ganas para nada: ni para concentrarse, ni para disfrutar de nuestros hijos ni de nuestra pareja, mucho menos para disfrutar del sexo, ni para aficiones, ni para hacer ejercicio, ni para hacer planes, ni para nada. Es una auténtica depresión inducida. Las deudas traen consigo diversas patologías, tales como, la bulimia, o por el contrario, la anorexia, el insomnio, la drogodependencia, el alcoholismo, la impotencia sexual, la adicción a comprar compulsivamente para no pensar y evadirse, etc.

Esto es una situación en la que la vida pasa sin sabor, aburrida, triste, …

Pero hay una solución, la única solución posible y real a El Problema. Es la que está en la Ley para sacar a personas que han caído en esta especie de «muerte social» a causa de las deudas. Se trata de la Ley de Segunda Oportunidad, la especialidad de mi despacho CRD Central Reductora de Deudas.

Nos dedicamos a devolverle los sueños a miles de personas de toda España.

Alejandro González Fernández    Socio fundador CRD Central Reductora de Deudas

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