El Abogado cumple un papel fundamental dentro del Concurso de Acreedores, e incluso, antes de la propia Solicitud de Declaración del Concurso o para la solicitud de acogerse a la ley de segunda oportunidad.
Cuando un cliente pide la ayuda de un profesional del derecho busca en la mayoría de los casos, un respaldo que va más allá del ámbito jurídico. El futuro concursado cuando contacta con el abogado está totalmente desconcertado, a diario ha oído hablar en los medios de comunicación como cientos y miles de empresas entran en concurso, pero cuestión distinta es cuando le llega a uno el turno. Desde un sector importante de la sociedad, ajeno a la labor del pequeño emprendedor, creen que el que solicita el concurso lo hace, exclusivamente, con ánimo de librarse de pagar a los acreedores. Se desconoce el enorme esfuerzo que ha supuesto para ese emprendedor crear una actividad, una actividad que ha generado puestos de trabajo y riqueza económica. La inmensa mayoría de ellos para levantar un pequeño negocio han dedicado muchas horas a diario, fines de semana y pocos han disfrutado de treinta días de vacaciones cada año. Para ellos, solicitar el Concurso de Acreedores supone reconocer que todo ese esfuerzo de años ha sido inútil, y que su vida profesional ha sido un fracaso. Muchos me dicen que en lugar de haber dedicado más de doce horas diarias en levantar un negocio y de apostar todo su patrimonio en el mismo, tenían que haberse preparado unas oposiciones para no verse ahora en una situación lamentable. Cuando un emprendedor llega a tener que llamar a un abogado para solicitar el Concurso, es el último recurso que le queda (además de estar obligado a por ley) se encuentra psicológicamente muy mal, todo se le derrumba. Como en la mayoría de los casos, en más de un 90%, el concurso termina en liquidación, todo el esfuerzo de años del emprendedor queda liquidado.
El Abogado tiene que asegurarse de que la liquidación sea la última vía, para ello, es muy importante el papel que juega en la negociación con los acreedores, en ocasiones, si se realiza una gestión efectiva con los mismos se pueden conseguir unas condiciones más ventajosas con respecto al concursado que permitirían la continuidad del negocio. Hay que saber reflejar la situación a los acreedores siendo realistas e intentar en la negociación mayores quitas, pues en multitud de casos, la liquidación de una sociedad, es también la peor solución para dichos acreedores que obtendrían un peor resultado. El Abogado debe intentar, en los casos en los que sea lo posible, contribuir a rebajar ese 90% de empresas que terminan en liquidación.
Abogado y sociólogo experto en la Ley Segunda de la Oportunidad.
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