La pérdida del deseo sexual es muy frecuente que se dé en parejas que sufren una gran presión psicológica al no poder pagar y cumplir con sus pagos debido a trastornos de ansiedad que padecen. Las parejas sobreendeudadas se encuentran en sus vidas ante lo que yo le denomino «terremoto-deudal», se ven inmersos ante novedades totalmente desconocidas que desembocan en desequilibrios emocionales, e incluso, en trastornos sexuales.
1º.- La humillación telefónica que provocan los acreedores y las citaciones del juzgado
El acoso telefónico de decenas de llamadas de acreedores (adiestrados para vejar y humillar) directas a las parejas endeudadas, a sus familiares y vecinos. Las víctimas del acoso indiscriminado cuando ven sus teléfonos sonando a todas horas, y de silenciarlo, cuando los vuelven a ver, se les encogen el corazón de ver las decenas de llamadas perdidas recibidas. El teléfono se convierte en una auténtica pesadilla, les recuerda que se encuentran en el abismo sin salida.
2º.- La descalificación de familiares allegados hacia su pareja
En muchas ocasiones, los familiares, tras enterarse de la catástrofe económica, descalifican y opinan negativamente acerca de las parejas lo que coloca al que recibe dicha presión a encontrarse en «el medio» entre el entorno de su familia y el de su pareja. La familia suele ser con frecuencia el mayor verdugo, el asunto suele convertirse en el tema central que obliga al criticado (deudor) a dejar de ver a la familia de su pareja lo que supone un mayor enfado aún de ella.
3º.- El miedo a lo desconocido
El miedo a lo desconocido, al no saber que decir, qué hacer, por donde tirar, les generan un gran desequilibrio emocional. La nueva situación a la que no están acostumbradas les resulta totalmente desconocida, les suponen nuevos retos establecidos fuera de sus «zonas de confort» o «zonas de certidumbre». Ven que sus vidas navegan a la deriva, sin control, que se encuentran en el borde de un precipicio.
4º.- La ocultación a la pareja de la situación real
Se me han dado casos de clientes, la mayoría hombres, que ocultan a su pareja la pésima situación económica, unos por temor a preocuparla y otros por temor a que los abandonen. Esta tensión genera en ellos un estado de ansiedad que puede llegar a desembocar en una «impotencia psicológica» pues la sensación de engaño hacia sus parejas (por ocultarles la ruina económica) les hace sentir terribles sentimientos de culpa. En estos casos, siempre aconsejo que se lo digan cuanto antes, pues tarde o temprano, la pareja se va a enterar mediante la llamada de algún acreedor o por la visita del juzgado a su casa notificándole una demanda reclamándoles la cantidad.
Las mujeres ante el «terremoto deudal» suelen encontrarse deprimidas, y en multitud de ocasiones las críticas negativas de sus familiares hacia sus parejas, les condicionan tambien a sufrir una pérdida del deseo sexual.
En estos casos, normalmente, las parejas acaban en divorcio. No enfrentarse a la realidad supone a ruptura de la relación.
5º.- La falta de medios para salir y entretenerse
Otros de los problemas que se originan en las parejas es la falta de momentos de distensión y de relax debido a la asfixia económica. El tema de las deudas se convierte en un monotema, no hay momentos íntimos ni de distracción lo que origina un distanciamiento paulatino y progresivo hasta que llegados a un punto son grandes desconocidos que se reprochan mutuamente la responsabilidad de la situación
6º.- La preocupación de los padres por los hijos
La preocupación de los padres-deudores al no poder cumplir con sus obligaciones, y garantizar un techo y comida a sus hijos les bloquean. Asustados por los posibles embargos de las nóminas y de la vivienda se genera un estado de «ansiedad crónica de la pareja». Es una obsesión permanente por buscar soluciones, soluciones que ya no pasan por pedir más créditos o de pedir más dinero prestado a familiares y amigos.
7º.- El aislamiento
Las deudas desembocan en un estado de exclusión social. La pareja no puede salir al carecer de recursos, y de salir excepcionalmente un día, se encuentran totalmente tensos pues para evitar pasar vergüenza deben disimular e inventarse mil historias del por qué no salen más, cuando la verdad es que no tienen dinero.
8º- La pérdida de valoración a la pareja
Ante todo lo mencionado en los siete puntos anteriores, el atractivo de cada uno de los miembros de la pareja se pierde ante el otro pues dejan de ser la personas que eran. La autoestima desaparece, dejan de relacionarse, de salir, de hablar, de practicar aficiones, etc. El aspecto físico se les deteriora, engordan o, por el contrario, pierden peso estrepitosamente. El lenguaje corporal refleja la mala situación, andan caídos, se frotan la frente y el pelo, les vibran las piernas, se muestran afligidos, hablan en un tono deprimente, se muestran más agresivos, saltan a la primera de cambio. Se pierde la ilusión, se pierde el respeto mutuo, se pierde el amor, se pierde el deseo sexual.
Hoy mismo, otro cliente nos comunicó que también se divorciaba. Con las deudas, el amor y la relación de muchos años suele acabar en divorcio.
Y yo le pregunto:
¿Esta dispuesto a que ésto le ocurra?
¿Prefiere resignarse y perderlo todo o luchar por lo que ama?
Si desea solucionarlo rellene el formulario
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puede contribuir en los comentarios al objeto de poder ayudar a los demás.
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Guillermo González Fernández Abogado y Sociólogo defensor del derecho a una 2ª Oportunidad